Crisis, crisis y más crisis. Esta sencilla palabra que unos años atrás era una más del extenso diccionario castellano, se ha convertido desde el año 2008 en la protagonista de noticias, debates, reportajes, charlas, discusiones, leyes…
La susodicha y sobremencionada “crisis” económica comienza en EEUU en 2008 y pronto se extiende por todo el mundo como si de otra moda estadounidense más se tratase, invadiendo países enteros y con ellos empresas, sectores económicos y personas. Con el tiempo se ha convertido en la niña mimada de todo informativo o medio periodístico, protagonizando discursos, monólogos, etc. en un afán imparable de protagonismo impulsado hasta el agotamiento por los medios de comunicación, es decir, la industria audiovisual.
Curiosamente ha sido ésta una de las más afectadas por la crisis económica mundial y global. Es la triste historia de unos medios que tienen regalar día a día minutos, incluso horas de su tiempo de trabajo y parrilla a hablar de lo que los está destruyendo por dentro, la crisis, tal y como afirma Xabier Larrondo, la fuente principal de esta entrada y un trabajador del sector audiovisual: “unos pocos que intentamos crear nuevas formas de vivir de ello, hemos prescindido de la especialización y nos dedicamos a todo”.
Desde 2008, la inversión publicitaria, que recordemos que es lo que mantiene a flote toda la industria audiovisual (televisión, radio, prensa, incluso cine en gran medida), ha ido cayendo en picado año tras año, con bajadas de hasta el 13% (año 2013) respecto al año anterior. Esto ha provocado que el sector audiovisual haya tenido que adaptarse a esta nueva situación, y haya tenido que realizar la misma cantidad de trabajo, o incluso mayor (la demanda de contenido audiovisual, sobre todo vía Internet, es creciente año tras año) con unos beneficios menores al aportar la publicidad menos aportaciones al capital de las empresas.
Al existir una crisis tan feroz, las empresas invierten menos en publicidad, lo que provoca que los medios de comunicación ganen menos y tengan que hacer malabares para mantener sus cuentas y sus audiencias en alza. Así vemos cómo por ejemplo la calidad de la televisión española en abierto -TDT- ha empeorado sustancialmente en ésta época de recesión, destacando en la parrilla televisiva refritos de series y programas que hace años que murieron, programas prácticamente iguales que por cosechar éxito en una cadena el resto han querido copiar, cientos de espacios informativos casi iguales, series sin ambición, tipical spanish, sin arriesgar…
Es la otra cara de la crisis, las consecuencias no económicas de las mismas: falta de motivación, creatividad, ganas de arriesgar, capacidad de emprender, empeoramiento de la calidad… en definitiva, los pilares del sector audiovisual y los únicos que pueden hacer reflotar al mismo.
Iñigo SANCHO BOMBIN